Los Andes, cuna de la papa
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Los Andes, cuna de la papa cultivada por el hombre prehistórico.
Los arqueólogos han descubierto cuatro momias dentro de unas cuevas y junto a ellas, los restos de un vegetal, probablemente papa de unos diez mil años de antigüedad.
De los alimentos más comunes, al menos 200 son de las Américas, como el tomate, calabaza, frijoles y cacao. Y 90% de las calorías que alimentan el mundo procede de un pequeño número de plantas. Los más importantes son el maíz, el arroz, el trigo y papas.
Una coincidencia intriga a los
científicos; todas ellas fueron domesticadas, es decir, fueron plantadas y cosechadas por el hombre, más o menos al mismo tiempo: hace alrededor de 10.000 años.
Los científicos dicen que la papa proviene de las orillas del lago Titicaca, en Perú y Bolivia. A partir de ahí, se habría extendido por toda América del Sur. Perú tiene al menos 2.500 tipos de papas.
¿Pero cuando empezamos a comer papas? La respuesta la tiene el hombre de las cavernas.
La línea de tiempo comienza hace unos 20.000 años, cuando los habitantes de los Andes eran nómadas, Sólo pescaban, cazaban y recolectaban vegetales para comer. En este tiempo también vivían algunos animales como mamuts y el tigre dientes de sable. La evidencia muestra que hace 13.000 años ya se utilizan el fuego en los Andes para cocinar los alimentos. Y donde hay fuego, hay sorpresas. En la cueva, los arqueólogos encontraron cuatro momias y junto a ellos, los restos de una planta, probablemente, papas con diez mil años de antigüedad. Con esta evidencia, los científicos creen que los habitantes de Tres Ventanas se encuentran entre los primeros agricultores de las Américas.
Pero ¿por qué, entre muchas opciones, hombres de las cavernas eligieron la papa como alimento básico? Probablemente debido a su valor nutricional. Las papas son ricas en hidratos de carbono, los arqueólogos creen que los hombres primitivos dieron preferencia a los alimentos que proporcionan suficiente energía. Tal como sucedió cuando los colonos europeos llegaron allí. Pocos años después del descubrimiento de América, la papa comenzó un viaje fascinante, mucho más allá de los Andes.