Drones y el Campo
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Drones, un aliado de precisión para el campo
Se trata de equipos voladores no tripulados que permiten realizar en tiempo real el seguimiento y desarrollo de los cultivos, y hasta monitorear el desplazamiento del ganado.
La necesidad de contar con datos confiables y en tiempo real hace que la agricultura de precisión avance en el desarrollo de herramientas que ayuden a optimizar y a hacer más eficiente la producción. Ahora, la innovación llegó a los equipos voladores no tripulados, conocidos como drones. Desde el INTA Manfredi, evalúan su potencial de uso en la certificación de procesos y la trazabilidad de los productos. De acuerdo con Andrés Méndez, referente en agricultura de precisión de esta unidad del INTA, “esta nueva herramienta le permite al productor conocer, en tiempo real, el estado, el desarrollo y la variabilidad de los lotes”. Equipados con cámaras para sacar fotografías o filmar en alta definición, los nuevos equipos voladores no tripulados pueden ser aviones, helicópteros o tener desde cuatro a ocho hélices. Entre los usos más destacados, se encuentran los relevamientos topográficos, que ayudan a identificar zonas del terreno susceptibles de erosión y a confeccionar mapas detallados de las labores agrícolas. Los detalles sobre las potencialidades del uso de drones, que le va a permitir al productor elaborar estrategias para hacer más eficiente el uso de insumos en el campo según las necesidades reales de cada cultivo, . Según el equipamiento, “estos equipos pueden detectar malezas sobre rastrojos,
estimar rindes, daños por heladas y pérdidas por granizo, realizar un seguimiento del cultivo a partir de imágenes multiespectrales (NDVI), detectar enfermedades, insectos, malezas en el cultivo y hasta el desplazamiento del ganado”, señaló Méndez. Por otro lado, la integración de dispositivos de geoposicionamiento global –GPS– permitió direccionarlos bajo un recorrido preestablecido y no depender de la pericia del piloto que lo maneja desde tierra con un control remoto. “Existen drones equipados con GPS que pueden salir desde una base, realizar el vuelo con un día y hora prefijado, y una vez terminada la tarea pueden volver a la base para cargar la batería y quedar listos para el próximo vuelo”, indicó el técnico del INTA Manfredi, quien además explicó que “algunos pueden estar sincronizados con los datos de alguna estación meteorológica que habilite el vuelo en tiempo real según las condiciones del clima”. De plástico, fibra de carbono, aluminio o hasta de una especie de gomaespuma densa, los equipos voladores no tripulados pueden hacer que los productores reemplacen la tradicional recorrida a pie por el campo, donde a veces es difícil caminar por los cultivos, por un dron que le va a permitir hacerlo desde el aire y con mayor precisión. El peso, la estabilidad y el equipamiento que se quiera tener, determina el costo de los equipos que pueden variar desde 300 hasta 70.000 dólares. Uno de los factores que define el precio es la cantidad de motores que posee. “Cuántos más motores posea mayor será la estabilidad que se logre y, por lo tanto, mejores imágenes se obtendrán”, dijo Méndez. Un trabajo realizado por el equipo de agricultura de precisión del INTA Manfredi evaluó la precisión de los datos obtenidos por un dron en condiciones reales. “Pudimos detectar una muy buena correlación entre el dato logrado en la medición por una cámara multiespectral montada en un avión, con respecto a la medición tomada con el sensor activo Green Seeker montado en una pulverizadora”, expresó Méndez, quien aseguró: “Es una herramienta para saber con certeza lo que ocurre en el campo y certificarlo. En este caso, si hay deriva o no”. Esta nueva tecnología permite relevar un área con una visión extremadamente detallista en menor tiempo y tomar decisiones. “Se evalúa la calidad de la emergencia, fallas, problemas de enfermedades o insectos, calidad de siembra y áreas anegadas, entre otras cosas, con la posibilidad de pausar el video y analizar todo esto con detenimiento, y volver a ver áreas donde quedan dudas”, indicó Méndez.
Entre los usos más destacados, se encuentran los relevamientos topográficos, que ayudan a identificar zonas del terreno susceptibles de erosión y confeccionar mapas detallados de las labores agrícolas.
Con la mirada puesta en aumentar la precisión, el automatismo y la productividad de la Argentina, el INTA Manfredi organiza el 13° curso Internacional de Agricultura de Precisión y expo de Máquinas precisas, que se realizará el 24 y 25 de septiembre. –
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